Era increíble cómo llegaba a cada pelota, cómo marcaba y cortaba las jugadas del equipo contraro con una limpieza perfecta. Ahí estaba, siempre que había peligro, en el lugar justo y en el momento exacto, cortando el ataque en seco.
En seco como cuando cayó de cabeza en el partido contra Ghana y quedó desvanecido en el suelo durante el minuto y medio que la televisión se encargó de pasar la repetición una y otra vez, para gusto de su familia. "Se me oscureció todo y no podía mover los brazos, tenía todo el cuerpo tenso", dijo anoche en su visita al canal donde trabajo. A los cuatro minutos, volvió a entrar a la cancha.
Yo no soy de admirar gente, en el sentido de creer a alguien superior o con capacidades mágicas. Pero si uno tuviera que tomar el esfuerzo de alguien como norte, podría ser el suyo.
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